El mago supremo by Charlie N. Holmberg

El mago supremo by Charlie N. Holmberg

autor:Charlie N. Holmberg [Holmberg, Charlie N.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-06-02T00:00:00+00:00


Capítulo 10

La suave luz del sol poniente se colaba en la biblioteca a través de las ventanas orientadas al oeste y hacía que las paredes cubiertas de libros parecieran casi tan herrumbrosas como el pájaro cantor plegado en las manos de Ceony. Sus pasos se le antojaban especialmente ruidosos, y el chirrido de las puertas de la biblioteca al cerrarlas amenazó con delatarla.

«Delatarme, no», se recordó. No había hecho nada malo.

Aún.

Sus ojos examinaron las altas cajoneras que probablemente contendrían mapas, pero aquellos que colgaban de las paredes eran el premio gordo. A la izquierda de la puerta de la biblioteca había un mapa del mundo con varios alfileres rojos que marcaban ciudades al este de Estados Unidos. La pared a la derecha de las puertas exhibía un mapa enorme de Gran Bretaña, sin alfileres, a excepción de uno amarillo que marcaba Edimburgo.

Inglaterra estaba casi a la altura de Ceony. Perfecto.

Acunó al pájaro cantor rojo entre sus manos y se aproximó al mapa.

—¿Puedes mostrarme dónde viste lo que sea que hayas encontrado? —preguntó.

El hechizo se levantó a duras penas sobre las palmas de la joven.

Con los labios fruncidos, Ceony observó el mapa y las chinchetas que lo mantenían pegado a la pared. El ave estaba demasiado débil como para volar. Dejó el pájaro cantor en los cajones y tiró de un lado del mapa, lo que provocó que se soltaran varias chinchetas. Hizo lo mismo con el otro lado hasta que el amplio y grueso papel se desplomó sobre el suelo.

Lo extendió en la superficie y dispuso el pájaro encima.

—Muéstramelo —insistió ella.

El débil hechizo dio un saltito para incorporarse y luego se balanceó sobre una de sus alas dañadas. Ceony lo enderezó, y este empezó a moverse arriba y abajo y se desplazó hacia Londres antes de caerse una segunda vez. Ella volvió a levantarlo.

El pájaro avanzó hasta Reading, en Berkshire, y se detuvo. Ceony tomó el hechizo en sus frías manos, se inclinó más cerca del mapa y presionó el círculo en el que ponía «Reading» con la yema de su dedo índice derecho.

«Qué cerca», susurró. Las palabras le pusieron la carne de gallina en los brazos. La columna vertebral se le puso rígida.

Pero, ¿habría visto el pájaro al propio Saraj? Puede que simplemente hubiera localizado otra comunidad india, o a algún extranjero que coincidiera con la descripción de Saraj. Puede que aquella fuera otra misión imposible. Claro que el ave podría haber hallado otra pista completamente distinta.

—Gracias —le dijo al pájaro cantor mientras se apartaba del mapa—. Detente.

La animación se esfumó del hechizo arrugado, lo cual permitió descansar a la desgastada ave.

Se puso de cuclillas, aún con el encantamiento en la mano. Reading. ¿Era posible?

Tenía que saberlo. ¡Tenía que verlo por sí misma! Una gran parte de ella deseaba desesperadamente que el pájaro se hubiera equivocado; que un simple hechizo de papel no hubiera podido hallar nada útil.

«Emery me pondría al corriente de haber alguna noticia importante», pensó. «Y seguro que el mago Hughes lo pondría a él al corriente».



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